Manue tuvo un ejercicio difícil. La de expresarse ante la cámara y responder a las preguntas más íntimas de Stéphanie Barneix.

«No es fácil para mí abrirme delante de la cámara, tengo mucho pudor y más aún con los calvarios que he pasado. Estos dramas y traumas siguen siendo tabú.

Las lenguas se van soltando poco a poco. Te das cuenta de que es importante hablar de ello, por ti mismo, para seguir adelante. El dolor disminuye pero nunca desaparece realmente, hay que aprender a vivir con él encontrando la serenidad y manteniendo la esperanza en la vida y en los seres humanos.

Gracias a mi familia que sufre indirectamente este dolor por estar siempre ahí, a mis amigos por su apoyo en los malos y buenos momentos y, por supuesto, a mi marido y a mi hija Lucie que alegran mi vida diaria.

No importan las dificultades que se sufran, lo importante es volver a levantarse y seguir sonriendo… las veces que sea necesario». Manue

 

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